Aguaviva

(por J. M. Moratinos incluye textos de J. R. Pardo)

CONJUNTO

Nombre: Aguaviva
Origen: Madrid
Período de actividad: 1969-1979
Estilo musical: Folk, Pop, Folk-rock, Rock progresivo, Canción de autor, Canción protesta

COMPONENTES

Muchos fueron los cambios en la formación de Aguaviva a lo largo de sus diez años de carrera artística. Con el soporte musical fuera de escena de Manolo Díaz (compositor y productor hasta 1973) y Pepe Nieto (compositor y arreglista desde 1971 hasta la disolución del grupo en 1979), más el soporte técnico de Ricardo Duque (técnico de sonido, iluminación, atrezo y decorados) y Paloma Pardo (administración y logística), los miembros principales y las sustituciones más destacadas fueron:

Formación en 1969 (origen):
– José Antonio Muñoz: recitador, selector de poemas, autor de textos.
– Juan Carlos Ramírez: cantante principal y guitarra española.
– Rosa Sanz: cantante y recitadora.
– Carmen Sarabia: cantante.
– Teresa Aranguren: cantante.
– José María Jiménez: cantante y ocasional guitarrista.
– Luís Díaz: cantante (hermano de Manolo Díaz).
– Pepe Egea: cantante
– José Luis Heras: cantante.
– José María Panizo: bajo.
– Johnny Galvao: guitarra eléctrica.

Formación en 1971:
– José Antonio Muñoz: recitador, selector de poemas, autor de textos.
– Luis Gómez Escolar (en sustitución de Juan Carlos Ramírez): cantante, guitarra y letrista.
– Rosa Sanz: cantante y recitadora.
– Carmen Sarabia: cantante.
– Luisa López (en sustitución de Teresa Aranguren tras el MIDEM de Cannes)
– José María Jiménez
– Luis Díaz: cantante
– Pepe Egea: cantante
– Miguel Labrada: cantante
– Ana Fernández: cantante
– (José Luis Heras abandona el grupo tras el MIDEM de Cannes)
– José María Panizo: bajo.
– Francis Cervera: guitarra eléctrica (en sustitución de Johnny Galvao).

Formación en 1975:
– José Antonio Muñoz: recitador, selector de poemas, autor de textos.
– Carmen Sarabia: cantante
– Rosa Sanz: cantante y recitadora.
– Pepe Egea: cantante
– Miriam Moreno: cantante
– Virgilio Fernández: cantante
– – Rogelio Lorenzo: cantante
– José María Panizo: bajo
– Luis Miguel Villavicencio: guitarra eléctrica (en sustitución de Julio Seijas; a su vez, en sustitución de Francis Cervera)
– José María Yanes: piano

Otros miembros que pasaron por Aguaviva son: Paola y Cristina Bengoa, Nena Larrea, Manolo Bastarreche; Honorio Herrero y Juan Manuel del Valle (guitarra), José Ramón “Pancho” Company (batería) y Eddy Guerín (piano).

ACTIVIDAD

En paralelo con el gran auge del pop y el rock en los años ´60 del siglo XX, otra gran corriente musical se estaba consolidando en la España de entonces: el folk. Fuera de nuestras fronteras ambas corrientes fluían igualmente paralelas hasta incluso fundirse; pero en el caso de nuestro país, el ambiente social de los últimos años del régimen político imperante propició la aparición de un floreciente movimiento de música de autor protesta a finales de los ’60 e inicios de los ’70. Dentro de éste, diversos grupos mixtos músico-vocales proliferaron. Algunos, ciñéndose a la corriente estrictamente folk (como el musicólogo Joaquín Díaz, bajo cuyos auspicios viejas canciones populares eran recogidas por grupos como Nuevo Mester de Juglaría, dentro del folclore castellano); otros (los más) añadían a esa faceta autóctona temas propios y, particularmente, la adaptación de poetas contemporáneos, normalmente críticos con el franquismo. De esta suerte, surgieron grupos como Nuestro Pequeño Mundo, Los Lobos, Fuxan os Ventos (en Galicia), Oskorri (en el País Vasco), La Bullonera (en Aragón) o Jarcha (en Andalucía). Y el más importante, tal vez, entre todos ellos: Aguaviva.

En 1969 Aguaviva nace dentro de ese contexto de reivindicación del mensaje social a través de la música folk. La idea de poner música a poemas de distintos poetas se puso de moda ese mismo año cuando Serrat triunfaba con su álbum “Dedicado a Antonio Machado” y otros cantautores como Paco Ibáñez o el grupo Ensayo I emprendían caminos similares desde la clandestinidad. Pero Aguaviva introducía una peculiaridad: más que poner melodía a los poemas, su fórmula inicial consistía en recitarlos, añadiendo un fondo musical inédito y un coro de voces mixto.

El proyecto surgió de la confluencia de dos cerebros: José Antonio Muñoz (estudiante de letras y actor teatral) y el gran Manolo Díaz, quien tras su periplo pop en distintos grupos como Los Polaris o Los Sonor y una breve pero fértil carrera en solitario, va a estrenarse como productor del sello Acción, ligado a la Cadena SER, para el nuevo grupo. Desde un piso próximo a la Avenida de América de Madrid, Muñoz y Díaz trabajan afanosamente: Muñoz seleccionando los poemas y Díaz componiendo melodías para la posterior producción. Pronto se hacen acompañar por amigos y colaboradores: guitarras y voces que conformarán el embrión del grupo, donde el propio José Antonio Muñoz será la cabeza visible como recitador habitual de los poemas (en cambio, Manolo Díaz nunca apareció en escena dentro de la formación).

En 1970 Aguaviva echó a andar con el álbum «Cada vez más cerca»: 15 canciones con música de Manolo Díaz sobre poemas de Rafael Alberti, García Lorca y León Felipe, más «Rolling Stones», con texto de Constantino Bértolo, «Robot» de José Antonio Muñoz y seis canciones más. Los arreglos musicales corrieron a cargo de Juan Carlos Calderón y Raúl Ferrán. El diseño de carpeta del disco fue en sí un guiño vanguardista, mostrando un periódico lleno de noticias, en el que se alojaban dos textos a modo de presentación del grupo, firmados por Gabriel Celaya y Cristóbal Halffter.

Sin duda el tema estrella del álbum y su canción más recordada es “Poetas andaluces”, sobre texto de Rafael Alberti, que apareció en single a principios de ese año, con el espléndido “Cantaré” en la cara B. Fue un enorme éxito en listas de popularidad y ventas, así como de crítica, que sorprendió al propio Alberti, exiliado en Italia en aquel tiempo, al tratarse de un poema que el poeta gaditano escribió veinte años antes como queja por la muda respuesta entonces de sus paisanos a la dictadura franquista. Otro tema a destacar del álbum es “Creemos el hombre nuevo”, de nuevo sobre poema de Alberti.

A pesar de la popularidad del single, a nivel institucional el disco se recibió con ciertos resquemores (como el de algún crítico afín al régimen que llegó a declarar: “No hemos ganado la guerra para que ahora se escuche a Alberti en nuestras radios”). Y si su mayor repercusión en nuestro país se limitó inicialmente a los ambientes progresistas, fue en Europa donde el álbum causó furor. Incluso se publicará en Estados Unidos con el título “Aguaviva, 12 who sing of revolution”, con la voz de Raúl Juliá recitando en inglés las partes que José Antonio Muñoz grabara en castellano. A raíz de todo ello Aguaviva actuó en la VI Mostra de Venecia (1970), con excelente acogida.

En 1971 se publica el segundo álbum de Aguaviva, “Apocalipsis” y solo un año después del primero. De nuevo, la voz de José Antonio Muñoz recita sobre una nueva selección de poemas, con el coro al fondo. Como su nombre indica, el disco está dedicado a los cuatro jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra, la peste y la muerte. Aunque el abanico de poetas utilizados se amplía (Alfredo Mañas, Blas de Otero, César Vallejo, Gabriel Celaya, Bertolt Brecht y Nazin Hikmet y el propio José Antonio Muñoz), sigue siendo Manolo Díaz el autor de las músicas, con la excepción de «Masa», original de Pepe Nieto, sobre texto de César Vallejo. También Nieto fue el encargado de los arreglos musicales.

Posiblemente es el mejor disco de Aguaviva, especialmente elogiado por la prensa internacional: “Un gran álbum de folk-rock con tendencias progresivas, suaves pasajes acústicos y eléctricos, bellos teclados (el órgano Hammond y el omnipresente clavecín). Los coros contundentes y los interludios ensoñadores contrastando con los teclados aludidos y partes de flauta… Un trabajo de enorme delicadeza dentro de una atmósfera experimental”. Otros lo comparaban con otra obra maestra de aquel año, el álbum “666” de Aphrodite’s Child: ambos trabajos sobre el apocalipsis y ambos grupos (el español y el griego) impregnando la fina sensibilidad de su raíz grecolatina con el poderío del rock anglosajón.

El álbum contiene momentos memorables como “La guerra que vendrá” (destacando un hermoso arpegio de piano), “Cuando mi hijo nació” (espléndida melodía de reminiscencias Beatles), el lírico-épico “No nos dejan cantar” y una pieza absolutamente vanguardista y perturbadora como «La niña de Hiroshima».

Tras la publicación de “Apocalipsis”, Aguaviva se establece en Milán, presentándose en el Midem de Cannes de 1971, en el Festival del Sonido de París (Palais d’Orsay) y en el Festival de la Música en Zagreb, además de hacer representaciones teatrales de “Apocalipsis” en el Teatro Lírico de Milán, con gran éxito general. A partir de ahí, actuaron en televisiones y festivales por toda Europa, participando incluso en el Festival de San Remo de 1971.

Sin duda el atractivo del grupo fuera de nuestras fronteras iba muy ligado al hecho de constituir también una voz crítica al régimen político imperante y un reclamo para los círculos de la disidencia española en el exilio.

En 1972 aparece “Cosmonauta”. Se trata del trabajo más vanguardista del grupo, con un estilo musical que fluctúa entre el rock sinfónico y progresivo, con toques abiertamente experimentales, con acompañamiento de una gran orquesta. La temática, de hondo calado filosófico, aborda la existencia de un hombre del espacio, desde su nacimiento, plenitud, enfermedad y muerte. Pero con sus 4 largos temas (“Estallido del miedo”, “Estallido de la luz”, “Estallido de la máquina” y “Estallido del silencio”), el álbum, debido a su honda y ambiciosa complejidad contextual, no fue precisamente un éxito de ventas ni popularidad.

Regresan al Festival de San Remo de 1972, pasando a la final con la canción “Ciao, amico, ciao”. A partir de ese año el grupo vuelve a radicarse en Madrid.

En 1973 editan “La casa de San Jamás”, cuarto LP de Aguaviva, producido también por Manolo Díaz. Se trata de una obra conceptual de gran belleza musical, donde a poemas de Alberti, Gloria Fuertes, Celso Emilio Ferreiro o León Felipe, se unen textos de los propios componentes del grupo como José Antonio Muñoz y Luis Gómez-Escolar y también de su arreglista Pepe Nieto. La música sigue siendo original de Manolo Díaz con algunas partituras del también componente de la agrupación, Honorio Herrero.

El concepto del álbum (cuyo diseño de portada es obra de Luis Gómez Escolar) es un cuento, en el que un gnomo nos habla de la susodicha y misteriosa casa, en un país idílico donde “la basura se recoge con cucharas de plata” y “las puertas duermen abiertas”. En esta casa viven distintas canciones, y con ellas, Gloria Fuertes, quien recita para ellos la “Canción de la que no quería mentir”. La obra en su conjunto trasluce un fuerte sentido alegórico que exalta la libertad y la utopía de ese país frente a la realidad de la España de la época. Destacó como single la entrañable “Canción del niño que quería ir a la luna”.

Tras la edición de este disco, Manolo Díaz dejó el sello Acción para estudiar pedagogía musical en Suiza. Para su siguiente entrega, Aguaviva fichará por el sello Ariola.

En 1975 y para superar cierta controversia con Rafael Alberti, quien consideró inadecuada la publicación de su poema “Poetas andaluces” en el primer álbum del grupo (cuyo contexto, cuando lo escribió en 1950, no se correspondía según él con el de 20 años después cuando se editó en el disco), Aguaviva decidió sacar su siguiente álbum con el título de «Poetas andaluces de ahora», volviendo a grabar el tema con nuevos arreglos y desarrollado en tres partes e incluyendo una nueva colección de temas sobre esos mismos “poetas andaluces de ahora” (entonces): José Heredia Maya, Ángel Rodríguez Díaz, Antonio López Luna, Rafael Ballesteros, Fernando Merlo, Francisco Gálvez, José Infante y Juan de Loxa. Con la ausencia de Manolo Díaz, es ahora Pepe Nieto el autor de las músicas. A destacar entre los temas nuevos, “Dos cuchillos”, sobre poema de Fernando Merlo.

En 1977 aparece “No hay derecho” firmando con el sello EMI, y en plena época de la Transición. Aguaviva se decantó por este álbum abiertamente político y satírico sobre la misma Transición, con ciertos tintes libertarios. En esta ocasión José Antonio Muñoz fue el autor de todos los textos y Pepe Nieto, de la música. A diferencia del álbum anterior, éste tuvo escasa repercusión, acaso porque la audiencia no estaba preparada para tomarse con ironía un momento tan crítico como el que estaba atravesando España en aquellos tiempos. No obstante, musical y literariamente es otro disco brillante, con un tema introductorio como “La de los raros derechos”, con espléndidos arreglos con aires de zarzuela; temas de gran dinamismo como “Pisoteados” y “La luz de la libertad”, el introspectivo “En memoria” y hasta un homenaje a Lou Reed. A través de un genial espectáculo teatral, el álbum se presentó meses después en el Teatro Bellas Artes de Madrid.

En 1979 aparece el que sería último disco de Aguaviva, editado con el sello Edigsa. Incluía 10 temas pertenecientes al libro de Juan de Loxa del mismo título, con música de Pepe Nieto y diseño de carpeta de Ricardo Duque, asistente técnico del grupo. Es el álbum más instrumental de Aguaviva, estructurado a modo de suite, donde los densos y prolijos arreglos orquestales, muy por encima de las melodías y de los propios textos, lo introducen de lleno hacia el rock progresivo, con ecos que oscilan desde los Who a Alan Parsons Project. A destacar el original y convincente “Los muchachos estamos cansados”.

Acaso porque los vientos musicales de la España de finales de los ‘70, consolidada ya la nueva era democrática, soplaban en otra dirección, lo mismo que el pop-rock retornaba a sus orígenes a través de la new wave…, el caso es que la cada vez más ambiciosa propuesta de Aguaviva dejó de tener vigencia de algún modo, y el grupo acabó disolviéndose tras la publicación de este disco.

A diferencia de otros cantautores y grupos que tomaron caminos paralelos al suyo, a Aguaviva le cabe el gran acierto de, en vez de musicalizar directamente los poemas que eligieron, con el ya consabido riesgo de “aplastar” la musicalidad intrínseca de muchos de esos versos, dejarlos fluir casi siempre con su simple recitado. A través de ellos corría un aire fresco y sugerente que le brindaba la muy inspirada e innovadora música de Manolo Díaz y Pepe Nieto después. Sus incursiones más allá de lo meramente folk y pop hacia el rock progresivo, la psicodelia y hasta el jazz y la música contemporánea potenciaban esos textos hacia una dimensión nueva y fascinante en ocasiones. Si a ello se unía la calidad vocal del grupo y la exquisitez de sus arreglos, el resultado fue realmente espectacular.

Testigo fui en noviembre de 2018 de la actuación de Aguaviva, junto a Los Lobos, desde la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Un revival impagable. A pesar de la añorada ausencia de José Antonio Muñoz (fallecido en 1993), asistimos a un sonido que, a pesar de tantos años después, conservaba una insólita frescura que nos emocionó a todos. Y allí pudimos ver y oír a Carmen Sarabia, Rosa Sanz, Luis Gómez Escolar, Juan Carlos Ramírez, José Luis Heras… y el acompañamiento instrumental de José María Panizo, Francis Cervera, Juan Manuel del Valle… Y sonaron, como no, sus temas más aclamados nuevamente.

Si hay un grupo que hoy especialmente merezca ser recordado y rescatado de la memoria de la música pop española es Aguaviva: por la inquietud y valentía de su propuesta en una época tan difícil, bajo la espada permanente de la censura y la inquina del anterior régimen, y por la gran calidad musical que aportaban, lo que lo convierten, por encima de su contexto de origen, en una obra de arte universal e imperecedera.

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