Los Grimm

CONJUNTO

Nombre: Los Gringos, luego Los Grimm

Origen: Madrid

Período de Actividad: 1964 – 1967, 1967 – 1969

Estilo musical: Rock, soul, pop

COMPONENTES

Primera Formación (Los Gringos):

  • Jesús Fernández, guitarra rítmica y voz.
  • Ángel Fernández, voz y bajo. Al poco tiempo sustituido por
  • Felipe Morcillo, batería sustituido por Eduardo Sainz en 1965.
  • Víctor Martín, guitarra solista.
  • Julio Monteagudo, sustituyó un tiempo al guitarra solista y otro al bajista.

Segunda Formación (Los Grimm):

  • Jesús Fernández, guitarra rítmica y voz.
  • José Antonio Rodríguez Guitarra solista y voz.
  • Carlos de la Iglesia, batería.
  • Víctor Martin Varona, voz y bajo.
  • Pedro Ample (Pedro Ruy-Blas), voz

Tercera Formación (Los Grimm):

  • Jesús Fernández, guitarra rítmica y voz.
  • Tomás Vega, guitarra solista y voz.
  • Víctor Martin Varona, bajo y voz.
  • Juan Marcos, teclados.
  • Pedro Talavera, voz principal, sustituido por Pablo Abraira.

EQUIPAMIENTO

  • Amplificadores VOX AC100 para las guitarras
  • Amplificador VOX AC90 para el bajo
  • Equipo de voces Dávoli
  • Eco Binson
  • Micrófonos Beyer

ACTIVIDAD

Los Grimm es un conjunto de una no muy larga vida pero de larga historia, fraguada a través de la creación sucesiva de tres formaciones, Los Jean, Los Gringos y, por fin, Los Grimm,  impulsadas por el fundador de las tres, Jesús Fernández Jimeno.

(La historia de Los Gringos y de Los Grimm contada por su fundador, Jesús Fernández Jimeno).

  1. El comienzo: Los Gringos.

Todo empezó en nuestra casa de la Calle Barbieri de Madrid, donde vivíamos con nuestros padres y cuatro hermanos mayores que nosotros.

Mi hermano Ángel, el menor de todos y yo, Jesús, en verano y por la tarde, en una gran terraza que tenía la vivienda, utilizábamos un barreño que vaciábamos, le dábamos la vuelta y para que sonase mejor le poníamos unas chapas en el borde. Golpeándolo con las manos dábamos ritmo a las canciones que cantábamos a dúo y nos servía de acompañamiento.

Nuestro hermano mayor (Antonio), era muy aficionado al flamenco. Llegó a cantar en varias emisoras de radio y en círculos de aficionados como él. Recibía en casa clases de guitarra de un amigo para perfeccionar sus cualidades y esto le sirvió para emprender su trayectoria para, más adelante, conocer tanto a cantantes como a guitarristas que le dieron un gran conocimiento sobre esa faceta musical. Después, como representante artístico descubriría a artistas que hoy en día fueron, o son, famosos como Camarón, Paco de Lucia, Las Grecas, Felipe Campuzano y un largo etc.

Pasaron los años de infancia y nuestra juventud transcurría como la de todos los jóvenes de entonces: estudiando, jugando, paseando y los fines de semana haciendo guateques en casa de algún amigo. Cada vez más surgían nuevos ídolos musicales que hacían de alguna manera el que siguiera atrayéndonos la música.

En una de aquellas reuniones, conocí a un gran amigo (Jaime Butler), que me enseñó los primeros acordes de guitarra: fue el inicio para poder tocar un instrumento, ya que antes jamás tuve oportunidad de hacerlo y seguir aquellas inquietudes comenzadas de niños.

Terminé mis estudios de Delineación y casi inmediatamente me salió trabajo en un Estudio de Arquitectura que marcaría nuestro destino en la música definitivamente. El por qué, fue que mi jefe y arquitecto D. Mario Gómez-Morán y Cima era muy aficionado a la música, (yo acompañaba a su hijo menor, -hoy concertista de guitarra clásica-, a comprar su primera flauta, guitarra, etc., en los establecimientos que yo conocía) y fue él quien nos ayudó económicamente más adelante.

Con los primeros ahorros del trabajo, compré mi primera guitarra acústica y más adelante un amplificador y una guitarra eléctrica. Ángel y yo preparamos canciones populares e íbamos recorriendo emisoras de radio, con el nombre de Los Jean, que emitían concursos o programas para artistas noveles, como Radio Juventud, Radio España, Radio Madrid de la Cadena Ser, con estupendos presentadores como Bobby Deglané, el más famoso locutor que había entonces. Al mismo tiempo acudíamos como oyentes a las célebres matinales del Circo Price en el que actuaban los mejores grupos y cantantes, sobre todo de Madrid y Barcelona, (como Miguel Ríos, Micky, Pekenikes, Relámpagos, Los Salvajes y un largo etc. y también con algunos grupos extranjeros), que fueron incrementando nuestra afición.

Empezó a nacer la formación junto con un maravilloso amigo, Felipe Morcillo, que se compró una batería y nos acompañó en éstos primeros avatares. Tocamos en algunos locales que contrataban a principiantes. Buscamos un nombre para el incipiente grupo y nos pusimos “Los Gringos”.

En uno de éstos garitos, conocimos a Víctor Martín Martín que era una persona que lo mismo hacía un amplificador que guitarras,  réplicas de las ya famosas Fender; él nos hizo un amplificador de más potencia al que enchufábamos un micrófono para cantar. Más tarde se incorporó como guitarra solista. Mi hermano se convirtió en el bajista del grupo con un bajo que fabricó Víctor. Así empezamos a tocar los cuatro, en los sitios que nos iban saliendo.

Para sonar mejor compramos un “eco de cinta”, (Binson Echorec), a Los Pekenikes, grupo puntero en toda España, a los que Víctor conocía. No teníamos dinero con el que comprarlo y entonces surgió el apoyo por primera vez de mi jefe, que no solo no puso obstáculo a mi petición, sino todo lo contrario, animándonos con su ayuda a seguir mejorando. Con este nuevo “aparato” ya nos atrevimos a tocar temas instrumentales al estilo de los célebres “Shadows”.

Fue pasando el tiempo y seguíamos ensayando y tocando,  evolucionando positivamente. Vendimos ese amplificador a unos amigos que ensayaban en la sacristía de la Iglesia de San José, en la Calle Alcalá, que años más tarde se convertirían en uno de los grupos más populares, con sus famosas canciones del verano: Fórmula V.

Nuestro objetivo era conseguir instrumentos de calidad para sonar mejor y poder acceder a locales de mayor capacidad. Víctor nos dijo que conocía a un amigo que tocaba el bajo en “Los Brincos”, (el más internacional de los grupos de la época junto con “Los Bravos”), llamado Manolo González y que él podría traernos de Londres los amplificadores que ellos utilizaban y que usaron “Los Beatles” cuando vinieron a sus conciertos por España. Era todo un sueño y consideraba casi imposible el poder obtener toda esa cantidad de dinero que costaba el equipo. Una noche estando en la cama, mi hermano llorando al ver que se nos podía escapar una oportunidad única, me pidió que intentase pedirle un préstamo a mi jefe. He de decir que me emocionó esa actitud y al día siguiente, Víctor, su amigo Manolo y yo, fuimos a visitar a mi jefe en Gerencia de Urbanismo. Don Mario impresionado por nuestra gran ilusión y acompañados por ese componente de Los Brincos, que en aquel momento era una persona muy famosa y con un prestigio fuera de toda duda, le convencimos para conseguir esa ayuda tan importante de nada menos que 327.000 pts., (¡de las de hace más de 56 años! …), casi un milagro. Por motivos que no recuerdo, Manolo no pudo traernos los instrumentos de Inglaterra y los encargamos en Maxi de la Calle Leganitos, que expuso en su tienda los dos Vox AC-100 para guitarras, un AC 90 para bajo, con dos bafles, una batería Premier y un equipo de voces Dávoli con micrófonos Beyer, causando admiración a todos los que pasaban por ella y preguntándose quién sería ese grupo de “Los Gringos” que compraban uno de los mejores equipos que podían adquirirse en aquel momento.

Por mediación de algunos representantes tocamos en muchos lugares que nos contrataban y nos conseguían las galas de fin de semana. Era muy duro el cargar los instrumentos alquilando una furgoneta para tocar en algunos locales que pagaban muy poco y encima dar el 10% al representante de turno, pero no había más remedio, pues yo tenía a mis espaldas la obligación de pagar cuanto antes todo ese dineral prestado por mi jefe.

Con un nuevo componente llamado Julio Monteagudo, que habíamos conocido en una de esas actuaciones de fin de semana, -quien más tarde me vendería su Fender Stratocaster- y algún que otro batería, (puesto muy fluctuante en el grupo), seguimos actuando habitualmente.

Uno de aquellos baterías, de edad precoz pero extraordinario, era la admiración de la gente que nos veía. Se trataba de Eduardo Sainz, hermano pequeño de dos componentes del grupo “Los Pekenikes”, (Alfonso y Lucas), uno de los mejores conjuntos instrumentales de siempre en España. Llegamos a actuar en La Riviera, tan de moda en aquellos momentos. 

Por fin tuvimos la suerte de entrar en la “Sala Imperator” de la Calle Fernández de los Ríos, propiedad de D. Jesús Nuño de la Rosa, que nos aseguraba un contrato de larga duración. Era una actuación a diario que nos aseguraba un dinero fijo y además nos daba tablas y experiencia muy necesarias para profesionalizarnos. Tuvimos que conseguir un permiso especial para Eduardo porque no tenía la edad necesaria todavía para tocar en esas salas. Nosotros si teníamos el “permiso oficial”, obtenido mediante examen, que por aquel tiempo se hacía en el Teatro Calderón ante un jurado que emitía el consiguiente carnet de “Teatro, Circo y Variedades”, que permitía la contratación en salas con actuaciones en directo.

Actuábamos junto con otros dos grupos u orquestas también, contratados como nosotros. Allí coincidimos con artistas y grupos invitados, como el Dúo Dinámico, Los Iberos, Los Salvajes, Los Pekenikes y hasta en una ocasión con los Brincos, (casualidad), que actuaron aquella vez en solitario sin nadie que les hiciera de teloneros. Ese día fue de vacación pero sí de cobro. Era maravilloso tocar junto a tan magníficos profesionales. Todavía no había entrado la moda de la “música enlatada”, (más tarde “Música Disco”), que destruyó en gran parte los directos, dejando a los grupos con menos posibilidades de actuación en éstos lugares.

La composición del grupo en esa época era: Eduardo Sainz, en la batería; Julio Monteagudo, guitarra solista; bajo y voz mi hermano Ángel y yo en la guitarra rítmica y también voz.  Víctor pasó a ser el técnico de sonido. Nos faltaba entonces un guitarra solista y un día fuimos a ver a Los Bombines en “Parnaso”, (otro local clásico de música en directo en la calle Viriato), y allí conocimos a José Antonio Rodríguez. José Antonio clavaba las canciones de Los Beatles tanto instrumental como vocalmente y le invitamos a unirse con nosotros y aceptó.

Tiempo después Julio y Eduardo dejaron el grupo por problemas personales y ajenos al conjunto.

A mi hermano Ángel, le salió un trabajo en una multinacional y yo le alenté a que entrara en ella para asegurar su futuro.

En una sala del mismo propietario de Imperator, que se llamaba “La Tuna”, cerca de nuestra casa, tocaba otro grupo y convencimos a dos de sus componentes, para unirse a Los Gringos: Víctor Martín Varona como bajo, y Carlos de la Iglesia como batería.

Íbamos creciendo cada vez con más calidad y mejores componentes con el aliciente para éstos de verse respaldados con un equipo de primerísima calidad y sin tener que desembolsar en un principio dinero alguno.

 Actuamos en Televisión en la célebre serie “La Casa de los Martínez”, la de mayor éxito entonces y en algunos programas musicales más.

Yo me encargaría de que el grupo fuera cada vez más profesional. Era mi obligación y con la responsabilidad de cancelar la deuda que seguía pesando como una losa en mi trabajo del Estudio de D. Mario, (él no nos atosigaba con el pago, pero iba pasando el tiempo y por unas u otras causas, no terminábamos de ahorrar lo suficiente para el pago del préstamo).

En el fin de año de 1976/77 nos surge una actuación en el casino de Algeciras. No teníamos cantante y Carlos propuso llamar a un amigo que decía se conocía “todas” las canciones y cantaba bien. Le llamó y al preguntarle de broma si conocía a un buen cantante para nuestro grupo y le respondió que sí, Ray Davis,  pero estaba con Los Kinks y sería difícil que acepase entrar en Los Gringos. Le pidió cogiese un taxi para hacer una especie de “casting” donde nos encontrábamos, que era la casa de Víctor. El amigo de Carlos no era otro que Pedro Ample que se unió al grupo, aprendiéndose en las largas 8 horas de tren a Algeciras, las canciones que teníamos que tocar durante tres o más horas en la Gala de Fin de Año. Y lo hizo. Apuntaba maneras. Luego, en solitario, se convertiría en Pedro Ruy-Blas.

Seguimos actuando en donde nos contrataban y también en emisoras de radio. En la que más adeptos teníamos, era en el programa en directo del inolvidable Ángel Álvarez, “Caravana Musical”, en el auditorio/teatro, ubicado en la calle Gaztambide. Era un lugar maravilloso para lucirse, pues se escuchaban nuestras actuaciones con un respeto y un silencio para quitarse el sombrero ya que no era habitual ese comportamiento en otros lugares. Esa educación musical la inculcó siempre el gran Ángel Álvarez. Con su sabiduría y experiencia iba mostrando la trayectoria correcta a seguir, tanto a los oyentes como a todos grupos que actuábamos en su programa. Allí si que podíamos tocar canciones de Los Kinks, Beatles, Spencer Davis Group, Jimmy Hendrix, etc., que hacían sentirnos afortunados por tocar lo que nos gustaba de verdad.

Pero eso era en unos días contados: cuando nos apetecía y teníamos temas nuevos, siempre estaban abiertas las puertas de su programa para Los Gringos. Era un halago sin límites oírle decir que éramos uno de los mejores grupos en directo en aquellos momentos.

Al día siguiente no había más remedio que pensar en trabajar para seguir sobreviviendo en éste mundo tan duro.

Entramos en la cadena Reyzabal y después de tocar en todas sus salas: Consulado, Canciller, Versalles, Kursal, etc., en una de ellas nos vinieron a ofrecer un contrato para tocar en un crucero de la Cía. Trasatlántica Española, que nos llevaría a New York y otros lugares del Caribe y por supuesto lo aceptamos. Nos daba un poco más de prestigio y experiencia, aunque musicalmente no coincidiera mucho con nuestro estilo, pues teníamos que ofrecer un repertorio de diversión para todos los viajeros durante la travesía. Era una ocasión única en nuestra vida y muy difícil de conseguir por otros conjuntos. Firmado el contrato nos mandaron a un famoso sastre de Madrid para hacernos dos uniformes: uno de diario, traje negro con corbata y chaqueta cruzada y uno blanco de Gala, para acontecimientos importantes durante la travesía. Desgraciadamente José Antonio, debido a su entrada en la Universidad, no nos pudo acompañar y le sustituyó Antonio Gómez Tembleque, amigo inseparable del grupo, al que ya conocían Víctor y Carlos por tocar con ellos anteriormente.

Hicimos escalas en Bilbao, Santander, Vigo, Lisboa, Bahamas, Puerto Rico y por fin New York.

El viaje dentro del barco estuvo fenomenal y el trabajo era muy agradable. Caímos muy bien a la gente y no hubo ninguna incidencia, salvo una noche en plena actuación, que un golpe de mar dio con las guitarras y la batería por los suelos con el susto consiguiente para todos como si hubiera sido el Titánic. La Gibson Les Paul SG del 61, de Tomás, se partió por el cuello pero el carpintero del barco la pudo reparar como el mejor de los lutieres.

Tuvimos muchísimas anécdotas de todo tipo, pero la que nos surgió visitando el barrio de Harlem, (que Pedro no se quería perder bajo ningún concepto, por motivos obvios), fue casi traumático. Cuando regresábamos al barco en taxi tras la visita, vimos acercarse corriendo una banda de chicos que hicieron parar al conductor. Esperábamos algo no muy bueno pero al final pasaron de largo y pudimos continuar.

Desde el crucero, mandamos postales a todos los Clubs y agentes musicales de Madrid, que a nuestro regreso ofrecieron contratos casi nada más poner pie en tierra. El primero en Alicante, bien pagado y recibidos calurosamente.

Viajamos también a Barcelona para, aprovechando la actuación, estar con algunos amigos catalanes que habíamos hecho durante el viaje y que nos recibieron maravillosamente.

  1. Los Grimm.

Ricardo Fuster, “Dick”, batería de Los Relámpagos, (fallecido en Junio del 2021, al que recordamos), se fijó en nosotros y se ofreció como manager. Nos proporcionó una audición en la discográfica Philips, Fonogram. Hicimos esa audición cantando Pedro en inglés.  Cantaba como un verdadero negro. Por entonces el soul estaba de moda en muchos grupos que tenían instrumentos de viento haciendo más brillante sus actuaciones y nosotros lo hacíamos con nuestras guitarras, lo cual era muy comprometido.  Pero con ese pedazo de cantante que apenas contaba con diecisiete años y se sabía todas las canciones de Othis Reding y compañía, no era difícil causar admiración entre la gente que entendía del tema. Curiosamente estuvieron a punto de no contratarnos porque creían que no éramos españoles (habían tenido una mala experiencia con un grupo venido de Inglaterra y que después de hacerles una gran promoción, desaparecieron). Ricardo les sacó de ese error.

También fue Ricardo quien propuso cambiar nuestro nombre por el de “Los Grimm”, (en recuerdo de los célebres hermanos, narradores de cuentos intemporales), proponiendo que compusiésemos temas con letras de aventuras tipo cuento.

En nuestra primera etapa hicimos los dos primeros singles, con letra y música compuesta por nosotros siguiendo la pauta propuesta por Ricardo, dándole Pedro en su interpretación, matices espontáneos de soul: (el primero “Un Talismán” y “Un Palacio de Cristal” y el segundo ”La Amistad” y “Un día Soñé”). Ambos pasaron sin pena ni gloria, aunque había “maneras” en la interpretación. Sin duda no era la música que llevábamos dentro. Fonogram nos hizo un contrato en el que siempre nos dejaron hacer lo que nos apeteció y jamás nos pusieron ninguna cortapisa, es más, nos ofrecían material traído de América para que tuviéramos más opciones de elección de temas, de los cuales tenemos alguna versión en nuestra discografía. Eso era más acorde con nuestro concepto musical.

Cosas de la vida, más tarde, coincidimos en Fonogram con los colegas a los que en su día vendimos nuestro primer amplificador, (Fórmula V), los cuales vendían discos como roscas con sus canciones del verano mientras nosotros seguíamos otro camino.

El tercer disco ya derivó a la voz protagonista de Pedro con dos versiones en castellano elegidas a su medida y con músicos de extraordinaria talla respaldando al grupo, (Pedro Iturralde entre otros). Pero en ese momento Los Canarios, grupo comandado por Teddy Bautista, le tentaron para que le supliese por tener que incorporarse a la “mili”. En aquel tiempo Los Canarios eran casi una orquesta que se adaptaba a la visión musical de Pedro y que llevaba tan dentro. Era comprensible. Se fue dejando cortada la promoción, ya que no se encontraba en el grupo el cantante que había realizado la grabación.

En el cuarto disco ya entraron dos nuevos componentes que dieron un giro nuevo al grupo. Por una parte entró como guitarra solista Tomás Vega, con influencias vanguardistas para lo que se llevaba entonces y otro joven cantante con mucha personalidad, Pedro Valenzuela, que se adaptó inmediatamente. También se incorporó un fenomenal teclista, Juan Marcos, portugués de nacionalidad, que enriqueció al grupo como clarísimamente se destacaba en sus intervenciones personales y en varios de nuestros singles. Con él actuamos en Mazarrón en un Fin de Año, con un órgano Vox que nos dejó una conocida tienda de instrumentos. Juan venía de Portugal renegando del servicio militar y no tenía con qué tocar y nosotros le ofrecimos todo lo que necesitaba. También nos acompañó en un par de actuaciones en TV y siguió con nosotros en un contrato bastante largo en Oviedo. Pasamos por una etapa de corriente psicodélica, ataviados incluso con atuendos típicos de aquella corriente músico-social.

Nos contrataron en la más moderna y vanguardista Discoteca de Madrid llamada JJ y su director Pepe Corredor, se fijó en nosotros por ser un grupo que tocaba entonces una música diferente y más avanzada que otros conjuntos de la época. Todas las noches, teníamos en el fondo de la sala, componentes de muchos grupos que solían escuchar nuestros temas, que hacían posible con su profesional crítica, que siguiéramos avanzando en nuestro difícil camino musical.

En los siguientes discos ya se notaron las tres incorporaciones nuevas y ellos dieron al grupo el giro innovador que han destacado muchos críticos musicales así como los seguidores fieles al tipo de música que hacíamos.

Seguimos actuando en sitios de mayor aforo, pues ese equipo que nunca terminábamos de pagar era lo suficientemente potente para hacer posible esos eventos.

  1. Final.

Como se vislumbra en estas vivencias, nuestro equipo, que fue de Los Gringos primero y Los Grimm después, facilitaba enormemente poder tocar fielmente en directo los temas que se preparaban y ensayaban meticulosamente.

El referente más claro para mí ha sido la responsabilidad hacia la persona que siempre nos ayudó y la llamada a todos los que cada vez mejores componentes, se fueron incorporando al grupo.

Ya casi en mi última etapa, entró otro de los mejores cantantes que había entonces y que hoy en día sigue en la lucha: Pablo Abraira. Con él estuvimos actuando en Bilbao durante una temporada prolongada.

La época, puso de moda a las bailarinas, llamadas “Gogós” y nosotros incorporamos al grupo a dos maravillosas, (en todos los sentidos), que actuaban en JJ y que quisieron acompañarnos debido a su atracción por dos de los componentes del grupo.

Las diferentes situaciones musicales o algunas licencias se hacían de cara a la mejor contratación crematística para poder, de una vez, deshacernos de nuestra deuda, ya que por unas causas u otras, o no había contratos o se dejaba de ahorrar en ciertos momentos en beneficio de la subsistencia personal.

Todos los demás seguíamos juntos, menos Juan Marcos que nos dejó también por causas personales.

Todo aquel que se incorporaba al grupo lo hacía por el atractivo que tenía y de igual manera lo dejaban por sus problemas personales. Nunca hubo una discusión por parte de ninguno de los múltiples componentes que pasaron a través de los años por Los Grimm, cosa importante y poco habitual en los grupos musicales.

Pablo grabó nuestro último disco. Una de las caras fue también acompañada por magníficos músicos profesionales que dieron calidad al tema, como en su día lo hicieron con Pedro.

Un tiempo más tarde tuve que deshacerme de casi todo el equipo. Victor se quedó con su ampli de bajos, Carlos con su batería, mi hermano Angel con el equipo de voces…

y el grupo…“colorín colorado, (como los cuentos de Los Grimm), este grupo se ha acabado”.

  1. In memoriam:

Quiero desde aquí, rendir un homenaje a nuestro compañero Carlos de la Iglesia, que nos dejó en un accidente de tráfico durante un viaje, mucho después de abandonar el grupo y ya como músico de acompañamiento, de vuelta de una actuación con la cantante Cecilia. Un emocionado homenaje que se le rindió también en el Teatro Alcalá, presentado por Luciana Wolf y Joaquín Prat, y como fondo de escenario su batería Premier, que tanto tiempo le costó, por fin, pagar.

Nunca te olvidaremos querido “Rufo”.

MÚSICA

1.- Un día soñé, año 1967. Con la voz de Pedro Ample, más tarde Pedro Ruy-Blas. 

2.- Pobre hombre, año 1967. Con la voz de Pedro Ample, más tarde Pedro Ruy-Blas. 

3.- Viaje En La Alfombra Mágica, año 1968. Con la voz de Pedro Talavera

4.- Want My Love Again, año 1969. Con la voz de Pablo Abraira

FOTOS

1.- Los Jean

2.- Los Gringos

3.- Los Grimm

CARTELES

CARPETAS

PRENSA

1.- Los gringos

2.- Los Grimm

DOCUMENTACIÓN

 

 

Blog de WordPress.com.